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Desmontajes

Historias para armar la Historia


Con admiración y agradecimiento a mi colega periodista Guadalupe Lizárraga, sin cuyo valor estas historias no podrían ser contadas.

Por Ramsés Ancira

En la entrada principal de la Secretaría de la Defensa Nacional, por Avenida Ingenieros Militares, junto al Hipódromo y en un área muy concurrida, se ha montado un plantón que no tiene precedentes históricos en México. Lo forman familiares de personas que acusan a integrantes del ejército de involucrarlos en hechos de narcotráfico para ocultar sus propias responsabilidades.

El caso más desgarrador es el del joven Oscar Alejandro Kabata, reconocido como víctima del Estado mexicano por la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV). Le han ofrecido una indemnización millonaria y una beca “Benito Juárez” de 2 mil 700 pesos para que continúe sus estudios universitarios.

Pero él no quiere dinero, lo que él y su madre necesitan es que le devuelvan el deseo de vivir después de dos intentos de suicidio, pues la tortura a la que fue sometido difícilmente podría ser superada en la más enfermiza película de terror.

Óscar estudiaba High School en el Paso, Texas y por sus esfuerzos y brillantez, a los 17 años le compensaron con un automóvil, que tenía placas de Texas. Estos no son detalles accesorios ni ornamentales, le permitieron salvar la vida, lo que no ocurrió con su amigo Víctor Baca, a quien un soldado le hizo estallar la cabeza con un disparo. Otro adolescente sufrió el mismo destino.

Eso, ya casi al final de una noche de terror.

Para dar contexto, cuando ocurrieron estos hechos se desarrollaba el llamado “Operativo Conjunto” en Ciudad Juárez. Presidente, Felipe Calderón. Responsable de la Zona Militar, general Felipe de Jesús Espitia. Febrero de 2009.

Para poner los hechos en una dimensión más comprensible, recordemos que, en Argentina, durante la dictadura militar, existió un centro de tortura y matadero de personas llamado, Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) .

A su equivalente en Ciudad Juárez se le llamó “El Taller”.

Después de un día dedicado al estudio, Óscar invitó a su amigo Víctor Manuel Baca Prieto a cenar tacos en un local de Ciudad Juárez. Fueron detenidos por elementos del ejército, llevados a “El Taller” y sometidos a golpes, tortura y vejaciones sexuales tumultuarias que causarían pesadillas de solo narrarlas. Imagine el lector lo que fue vivirlas.






Los muchachos no tenían nada que confesar y, de los deshechos en los que se habían convertido sus cuerpos, ya no había nada que obtener. Oscar pudo presenciar como un uniformado le destrozaba la cabeza de un balazo a su amigo Víctor Manuel.

No fue el único, aparte habían capturado a otro joven que fue torturado y asesinado de la misma manera.

¿Por qué no asesinaron a Óscar? Porque su identificación como estudiante de una escuela de El Paso y las placas de su automóvil, además de que tuviera licencia de manejo a los 17 años, hicieron pensar a la soldadesca que era ciudadano de Estados Unidos, lo que hubiera provocado un conflicto internacional.

El lunes 5 de abril me presenté a la conferencia matutina del presidente López Obrador. A pesar de mi larga insistencia, no pude tomar la palabra para denunciar estos hechos; sin embargo, no pasé desapercibido para el primer mandatario tras dos horas de levantar insistentemente la mano y me ofreció, y cumplió que al día siguiente me permitiría exponer el caso. La razón de dar este dato, es porque alrededor de la una y media de esa misma tarde, Laura, madre de Oscar recibió un mensaje telefónico con este texto: “Si quieres a tu hijo agarra el dinero y lárguense porque los voy a trosar (sic) maldita tienes solo este día puta y piénsalo dos veces antes de ir de chismosa.

“Te voy a matar…”

Luego venía una lista de nombres de varios familiares de la denunciante, para demostrar que la tienen bien identificada.


El capitán Malagón

El capitán de Infantería Vladimir Ilich Malagón Rendón, trabajaba en inteligencia militar, detectó y denunció fugas de información que se proporcionaban a diversos funcionarios que no tenían nada que ver con el combate a las drogas.


De acuerdo a los testimonios de varios familiares, el capitán Malagón fue enfrentado por el también capitán Carlos Alemán Pérez, quien era jefe de escoltas de Javier Lozano Alarcón, secretario del trabajo de Felipe Calderón.

Malagón Rendón asegura que Lozano era uno de los secretarios que recibía información de inteligencia militar, sobre operativos del narcotráfico. Como prueba de ello se puede establecer el antecedente del empresario mexicano de origen chino Zhenli Ye Gon, quien acusó a Lozano de intentar extorsionarlo. Por su acento, la frase que le atribuyo Ye Gon a Lozano se hizo viral “Coopelas (cooperas) o cuello”.

El capitán Carlos Alemán Pérez, le dijo a Malagón que era un estorbo. Que desde el presidente Calderón hasta altos funcionarios de la secretaría de gobernación tenían acuerdos con cárteles, por lo que representaba una piedra en el zapato para quienes operaban el negocio.

Alemán le dijo que mejor “entrara al juego”. Que lo quería conocer un lugarteniente de “El Chapo” Guzmán quien le daría un regalo de miles de dólares. Que lo esperaban en un lugar cercano a Chapultepec.

Malagón Rendón se negó. Alemán Pérez sacó la pistola reglamentaria. Vladimir Ilich se le lanzó encima y la pistola del escolta de Lozano Alarcón se disparó. Quedó muerto.

El 2 y 3 de junio de 2010, Vladimir Ilich Malagón Rendón fue torturado en instalaciones militares. Al final lo acusaron de haber asesinado al otro capitán por motivos pasionales.

La mayoría de los montajes para fabricar culpables, no son realizados por los medios de comunicación. En la misma línea figura, por ejemplo, la “resolución del caso Narvarte, donde se acusó a un ex policía y dos cuidacoches de un quíntuple homicidio cometido con una saña que solo podían tener criminales de alta escuela.

De los casos que tienen que ver con militares, el presidente López Obrador ofreció pedir un informe al secretario de la Defensa Nacional. Los familiares de los afectados esperan con ansias el resultado, antes de que se cumplan las amenazas de las que han sido objeto.





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